Nuestra Navidad

Para los que aún no se enteraron, se me hizo un absceso en la ingle, hermoso, gigante y lleeeeeeeeno de pus! Puaj!

El sábado llegué al punto de que no podía caminar. Según mi marido me había crecido un testículo (gigante) así que sentada era un suplicio, acostada tambien, dormida, despierta, de costado de frente y del ángulo que sea.

La única forma posible era estar en 4 patas boca abajo, lo cual no es una posición muy “social” que digamos.

Un dolor y un malhumor que ni les cuento.
A la noche REVENTÓ mi amigo! Suena un asco, fue un asco, pero qué ALIVIOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Así que el domingo me levanté renovada, con una sensación desconocida: la falta de dolor!

En dos minutos agarré la batuta de mi casa nuevamente y para las 3 de la tarde ya tenía hecho el vithel tone (no se cómo se escribe) , un pollo en escabeche, una ensalada rusa y un montón de bocaditos. El arbolito preparado con su mesa y sus mantelitos, sus decoraciones, y guirnalditas, el piso limpio, la mesa puesta, el patio baldeado, y todo encaminado para pasar una Navidad como corresponde.

Vino mi viejo como a las 7 y media cargado de paquetes que fueron a dar a los pies del árbol “cuandoabrimoslosregaloscuandoabrimoslosregaloscuandoabrimoslosregaloscuandoabrimos losregalos”?
A la noche.
JA! Y mil veces JA!
Yaesdenoche?yaesdenoche?yaesdenoche¿ya esdenoche? (mirando fijamente el cielo)
meparecequeyaesdenochemeparecequeyaesdenochemeparecequeyaesdenoche...

Bueno, tuvimos una navidad con regalos a las 8y media, garrapiñadas a las 9, cena a las 10 (yo diciendo a cada minuto “y la tradición?” y mi marido y su suegro (o sea mi padre antes mencionado) riéndose a mis espaldas y hablando de las excepciones de la vida y mi intolerancia a ellas, entre carcajadas y abrazos comprensivos) y finalmente se durmieron los pequños así que nos quedamos los 3 grandes charlando y brindando hasta las 3 de la mañana.

Lindo. Sin NADA de tradición, pero sin dolor y con mucho cachorro divino.