Yo no soy una persona desapegada.
Tampoco soy muuuuy retentiva, pero hay cosas de las que no me puedo desprender...
Cuando nos fuimos a vivir con Diego anduve un montón de días como desorientada en la casita nueva y de repente me dí cuenta de que me faltaban "mis cosas". Así que pusimos manos a la obra y colgamos una repisita de mi lado de la cama que tenía cosas varias: mi diario, mis lápices, algunas cajitas con cosas (un día puedo hacer un breve inventario de esas cosas, pero baste decir que son objetos que yo necesito cerca), la bolsa con el tejido, el costurero, la caja de herramientas.... en fin, mis cosas.
Ahora que estamos escribiendo el blog con Eve, ando con todas "mis cosas" desparramadas por todos lados, entraron en una anarquía absoluta y empiezan a salir caprichosamente a la superficie! Ahora tengo en esta mesa en la que estoy sentada una caja que tiene postales y tarjetas (entre ellas la de comunión de la Eve, las invitaciones de cumpleaños que hacíamos y varias más); también anda rondando el primer cuaderno que fue mi diario, algunas fotos de períodos diversos, un cosito de esos de juntar firmas de cuando hice 3er grado y además lo de ahora: la caja con CDs, el pen drive, la agenda, mi cuaderno de los casos, los cds de astrología, puchos cenicero encendedores varios... lo minimo que necesito para existir.
Hay cosas que conservan su lugar por años, por ejemplo, hace un rato estuve ordenando el cajón de las remeras (tengo DOS de invierno, entre los kilos menos y la loca que me agarra a fin de temporada tengo que salir urgente de shopping!) y ahí en un rincón hay un caracol que me trajo Marcos de Puerto Madryn. Y eso debe haber sido en el 95 o 96... y cada vez que ordeno el cajón de las remeras encuentro el caracol y un poquito lo encuentro a Marcos buceando en el mar.
En el cajón de la mesa de luz tengo muchas otras cosas (casi no lo abro ese cajón) así que entre la lima de uñas y los lápices afiladísimos está el llavero hermoso traslúcido que me regaló Caro y que se rompió, un peine que me regaló Anita, una cosa hermosísima que sirve para dibujar que me regaló Cristina, unos poemas de Diego, dibujos de los chicos, un elefantito de marfil que me regaló mi abuela, una tarjeta que me mandó mi mamá de algún lado, una foto de Ceci embarazada, una carta de Natalia, algunos dijes de vidrio que hice cuando trabajaba con el vidrio y no se que mas.
En verdad sí se.
Nunca abro ese cajón, pero sé que esas cosas están ahí. Y eso me hace muy feliz.