Placeres recuperados y una pelotita en la cartera
Tengo una amiga que está en proceso de adopción de una bebe de 1 año, con la que hasta hace poquito hablábamos un montón por teléfono, a cualquier hora y todo el rato que se nos diera la gana de las cosas que nos pasaban y de las que les pasaban a dios y maría santísima; y ahora todo horario es inconveniente, y todo rato es demasiado largo para sacar los ojos de esa maravilla quilombera y gritona que ocupa toda la casa como si pesara 3 toneladas en vez de los escasos 10 kilos que debe pesar en realidad y tiene poderes! tiene el poder de desaparecer y aparecer en el lugar más insospechado en fracciones de segundo!.
Tuve unas vacaciones con siestas, con paseos y largas caminatas por la playa y con la alegría de escuchar a mis hijos enormes, hermosos, lúcidos, buena gente como son, contar sus cosas, inventar teorías, pedir explicaciones de qué, como y por qué es el mundo.
Tengo algunas mamás que me visitan en mi consultorio y a veces llegan con unas ojeras largas y unas ganas de llorar, acunando unos bebes saciados, felices, risueños y me dicen con una mezcla de desesperación y ternura "es que no dormí... es que... es que... buaaaaaaaaaaaa" y yo siento una ternura infinita y siento también que son unas diosas, con sus bebes en brazos y tratando de ser mejores, de ser disponibles, de no quedarse pegadas a las miserias que a veces les ha tocado experimentar.
Tengo unos hijos que ya saben leer, escribir, pensar, que van a la bandera, que se sacan buenas y malas notas, que pasan de grado como si fuera lo más normal del mundo, y se atan las zapatillas y se buscan sus vasos de agua, y si vamos en el auto me dicen "no mami, este es el camino para la casa de pirulo, no para la casa de zutanito" y me corrijen y tienen razón.
La verdad es que estoy disfrutando esta parte de mi maternidad, con mis hijos "grandes" (no exageremos, no?) que me permiten recuperar una tarde de lectura, un rompecabezas de 2000 piezas y compartir la saga de Crepusculo.
Pero también pasó algo loco: el otro día vino al consultorio la mamá de Tirso con él, y estuvo jugando con una pelotita de goma... que se ve que se olvidó en algún rincón, porque claro, siempre es más divertido sacar las cosas de la cartera de Caro que ver las mismas cien mil cosas que lleva mamá.
La cosa es que yo encontré la pelotita al día siguiente y la metí en la cartera para no olvidarme de dársela a Tirso la próxima vez que venga.
Y cada vez que abro la cartera está la pelotita verde de Tirso. Algo que hace tiempo que no me pasa... Hace un tiempo - no mucho- que mi cartera es mi cartera, no un depósito de papelitos, piedras, buzz lightyear, caballitos de madera, pelotitas como la de Tirso, varitas mágicas, y etcéteras varios.
Pero mirá vos como son las cosas, que hace un rato, mi gran hijo Juli revolviendo mi cartera en busca de vaya a saber uno qué tesoros (parece que la constumbre de revolver carteras no se pierde con los años), encontró la pelotita verde, así que estuviemos un buen rato peloteando en el patio, no rodando por el suelo como hace Tirso, sino jugando al frontón y rebotando muy divertidos.
Ya la guardamos para devolver, pero fue una alegria grande la de tener esa pelotita en mi cartera.
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