20.8.06

Las piedras de Grace

Cuando era chica, mi mamá adornaba la casa con piedras.

Nada de ekekos, ni muñecas de cerámica brillante, ni jarrones. Piedras.

Yo he visto en revistas de decoración unas cosas de vidrio con muchas piedras adentro, todas del mismo color.
Bueno, no. Esto no era así.

Eran piedras todas diferentes, de distintos colores, texturas, tamaños y dibujos.
Si eran grandes, ponía dos o tres juntas sobre la biblioteca ponele.
Las más chicas, caían en alguna vasija, o bandeja.
Yo me pasaba un montón de tiempo mirándolas, y ella de cada una te contaba la historia: "esa la encontré en tal lado, yo iba con tal persona y entonces ... etc".

Las piedras.

Eran de distintos lugares, porque las había ido juntando en el tiempo, en las vacaciones la típica era "tenemos que llevar las piedras?".
No era exagerado igual, no se imaginen una cantera, las jerarquizaba, guardaba algunas, aparecían otras.

Lo más lindo era cuando a veces, yo le revisaba la cartera, y cada tanto... una piedra!
Má y ésta piedra?
Y ella, "viste que linda!!! la encontré en... ponela con las otras".

La alegría que le daban, y además que no anduviera solita, como si esa piedra de la cartera necesitara estar con sus hermanas. Otras tan especiales como ella.

Viste que linda!?
Y si... eran lindas...



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